El miedo a la muerte es ancestral y universal, y el tener una Fe religiosa o filosófica logra sólo atenuar este miedo, con honrosas excepciones como la del Budismo Tibetano: sabemos que los Lamas se preparan toda la vida para una buena muerte.
Pienso que son dos los motivos principales de este temor: Uno, la separación con los seres que amamos y Dos, el cambio de un estado que creemos conocer a uno desconocido, que puede abarcar desde la nada, para los escépticos, a los diferentes planos en que creemos o queremos creer.
Hay otros miedos agregados al de la muerte propiamente tal, como el temor a morir sufriendo y el temor al castigo (purgatorio, infierno, juicio) que es agravado por las religiones dogmáticas y punitivas como la versión fundamentalista de la Iglesia Católica. No es extraño entonces que a la muerte la representemos como a una bruja con una guadaña, y que nos alejemos de todo lo que la representa.
Es lo que ocurría con los médicos y equipo médico en el tiempo que me gradué de la Escuela de Medicina. Recuerdo que me enseñaron a ocultarle a los pacientes terminales su diagnóstico y a suavizar su pronóstico, pensando que no podrían tolerar una realidad tan cruel. Esto ocurría en general en todos los hospitales del mundo, y también los parientes y amigos del desahuciado entraban en este montaje teatral.
Quien logró iniciar el cambio con su entusiasmo y vehemencia fue la psiquiatra Elizabeth Kübler Ross (Suiza, 1926- USA, 2004). Ella fue capaz de percibir que los pacientes terminales hospitalizados se encontraban en total soledad, a menudo representando creer lo que sus médicos y parientes le decían: que mejorarían. Así, se les negaba el hablar de su enfermedad y sus deseos, muriendo lejos de la esperanza y la tranquilidad que da un buen acompañamiento.
Elizabeth comenzó a entrevistar a estos pacientes, y creó Seminarios para los alumnos de Medicina, y los integrantes del equipo médico, logrando con paciencia y perseverancia vencer las barreras que naturalmente se le impusieron. Destinada a la maravillosa misión de cambiar el paradigma, vivió ella misma situaciones límite que incluyeron una Experiencia Cercana a la Muerte.
La doctora Kübler Ross definió las etapas de la Muerte, y describió de primera fuente el proceso de desencarnar. Su enorme experiencia con pacientes moribundos, y en especial con los niños, la convenció de que se puede cambiar la perspectiva del morir, que en general suele ser mucho más grato que el nacer. Algo que ya había investigado y confirmado la psicóloga Helen Wambach (USA, 1925-1986) en más de 1000 pacientes que vivenciaron bajo hipnosis el Espacio Entre Vidas.
Pidió que al morir, en lugar de llorarla, la despidieran con globos de colores. Su labor de vida y sus libros han inspirado a miles de seguidores, logrando un importante cambio en la perspectiva de la muerte, gracias al cual nuestros pacientes hoy pueden ser escuchados y acompañados de una forma mucho más amorosa y coherente que en el pasado.